Ayer por la tarde recibí la noticia de que mi perrito Cody había muerto. Vivió 15 años y medio, toda una vida para un perrito.
Era el ultimo de los hijitos que quedaba con vida de mi perrita Bunny, una perrita preciosa color canela que me acompañó durante 14 años.
Los dos, Bunny y Cody vivían en casa de mis padres y el resto de la camada fue a vivir a casa de parientes, el más cercano Happy, que era color canela como Bunny y acabó viviendo con mi tía en Madrid.
A Happy lo veíamos todos los años en el pueblo, pues mi tía se lo llevaba allí y nosotros nos llevábamos a Bunny y a Cody.
Mi madre no sabía como decírmelo .. y es que sabe que me pongo muy triste por bastantes días cuando ocurre algo así, no lo puedo evitar.
Tengo todo el rato ganas de llorar y es que siento un vacío en el pecho... es como si ya no me quedara nada en la tierra que me uniera a Bunny, es el final de un ciclo, mis padres también están bastante tristes.
Cody era un perrito graciosisimo, era negrito a diferencia de sus hermanitos y con el lomo blanquito, fue el primero en nacer y sin embargo era el más chiquitín.
Tenía un rabito cortito que siempre estaba tieso y cuando corría lo hacía de lado, nunca entendimos por que, pero era muy gracioso verle correr. Le gustaban las perritas muchos más grandes que él y jamás conseguía ligarse a ninguna, pobrecillo :)
Cuando tenía ganas de salir a la calle iba en busca de mi padre y le decía en una especie de aullido: "¡Kai---lliieeeee--"! jajaja era algo increíble, mi padre decía: -"Cuche! si el perro habla!!" jajajaja
Lo cierto es que era la única palabra así, que parecía que dijese y cuando se acostaba con su mami en su camita se lamían mutuamente y se cuidaban. Cody siempre pasaba de lamerle las orejitas a su mamá a lamer la puerta de aluminio del balcón... -¡Cody, que haces! y él seguía, glup, glup...
Siempre decíamos que Cody era un perrito, bastante "perrito" y que Bunny parecía más persona, pues mientras Cody solo entendía palabras concretas, Bunny entendía gestos, estados de animo... te miraba a los ojos, con unos ojos preciosos almendrados con un finito contorno negro que los hacía más profundos y no hacía falta palabras.
Ninguno de los dos ladraba nunca, pero si alguien entraba a mi habitación Bunny ladraba como loca y si encima decían: "¡Lucía!" ya ni te cuento... aunque fuera mi madre para avisar de que la comida estaba lista.
Antes de tener hijitos, Bunny dormía todos los días conmigo a los pies de mi cama, pese a que mi madre eso no le gustaba nada. Recuerdo la primera noche que pasamos juntas, ella tenía tres meses de vida y temblaba como una hoja.
Bunny no fue mi perrita, fue mi mejor amiga, jamás nunca he tenido ni creo que vuelva a tener esa conexión tan fuerte y especial con un animal, es tan difícil de explicar...
A Cody le quería y le quiero muchísimo y a mi preciosa gatita Sally que es como nuestra hijita y que vive en nuestro nidito de amor, la amamos con todo el corazón, pero lo de Bunny iba más allá...
Era tan buena, tan dulce, tan alegre... y me quería tanto como yo a ella.
Verlos junto a Happy corriendo por las calles del pueblo y por el campo era una gozada. Happy también era tremendo... hacía honor a su nombre, tenía un trote divertidisimo al andar y un "kiki" de pelo que le salía graciosisimo, heredado de su mami que también le salia por mucho que la peinaras, un "kiki" arriba de la cabeza que te hacía recordar a la gallina Caponata.
Happy fue el perrito de los seis, que más se parecía a su madre.
Él pese a pasar gran parte del año en Madrid, era un chicarrón de pueblo, se tiraba al río sin pensárselo dos veces, tenía a todas las perritas del lugar muertitas por sus huesitos y siempre acompañaba a mis amigas hasta la puerta de su casa y luego se volvía, era un perrito totalmente independiente y mucho más robusto que Bunny y Cody.
Con los años nos fuimos enterando de la muerte de todos los perritos pero Happy, Bunny y Cody fueron los que más tiempo vivieron, Happy nos dejó hace tres años, Bunny hace casi 2 años y Cody ayer.
Les quería muchísimo, con ellos se van todos los momentos hermosos que vivimos y siento que con ellos se marcha también, gran parte de mi niñez.
Me alegra pensar que quizá ahora estén los tres juntos, corriendo y jugando para siempre...
Hasta siempre amores míos.