jueves, 16 de mayo de 2013

Viviendo como Anne Shirley


¿Os acordáis de "Ana de las Tejas Verdes"?




Es un libro escrito por la canadiense Lucy Maud Montgomery y publicado por primera vez en 1908. De "Anne of Green Gables" existen varias versiones cinematográficas, la más conocida la que se rodó en 1985, con el mismo nombre que el libro, además de una versión en serie de animación.




En casa se hizo muy popular la mini serie con actores reales, pues teníamos a nuestra particular pecosa- soñadora -pelirroja, que escondía poesías románticas entre sus libros de medicina.



La Doctora Pupitas, como sabéis que llamo cariñosamente a una de mis hermanas, es la mayor de las tres y ella como la protagonista de esta historia, escribía también sus propias poesías y se presentaba a concursos en los que ganó en alguno de ellos. 


 

La primera cosita que cosí en mi vida, fue esta Doctora Pupitas, para mi hermana.

Poco a poco la medicina fue ganando terreno y aunque sigue siendo una romántica empedernida hace tiempo que no escribe, pero en aquella época en la que nos sentábamos las tres hermanas a ver Ana de las tejas verdes, reíamos al ver tantas similitudes. 



Por este motivo y por que después me enganché a la serie de dibujos, me enamoré de la historia, de sus tacitas de té, de sus trocitos de tarta, de sus encajes en el cuello, sus verdes campos, las pequeñas florecitas pintadas en las paredes, sus sombreritos, sus botitas y enaguas y la maleta que le acompañaba cuando llegó a Avonlea. 









Así que hace un tiempo creé una carpetita en Pinterest con imágenes que me la recordaban, "Living as Anne Shirley" se llama y algunas de las imágenes que comparto con vosotras en esta entrada, son de esa carpetita.








Ahora estoy preparando una linea de accesorios femeninos y de cositas para el hogar, inspirados en ella, que espero enseñaros en breve. 










¡Hasta el próximo día! :)





domingo, 5 de mayo de 2013

El Collar Azul




Hasta que cumplí los once años, mi familia y yo vivimos en un pequeño piso donde nos tropezábamos unos con otros. Mis hermanas y yo dormíamos en la misma habitación, yo en la cama de abajo de una litera, mi hermana mediana en la de arriba y mi hermana mayor en una cama al otro lado cerca de la ventana. 


Dado que mi hermana mayor es doce años más grande que yo y mi hermana mediana me lleva ocho años, mi infancia transcurrió entre posters de Tom Cruise en "Top Gun", fotos de George Michael y canciones de Alaska y Luz Casal. 


Pero el sábado todo cambiaba, ellas desaparecían, se esfumaban a las cuatro de la tarde y no regresaban hasta las diez de la noche y mis padres se quedaban en el sofá mirando la tele. Y ahí, en ese momento, se hacía la magia.

Cerraba la puerta del cuarto, abría las cortinas de la ventana para que el sol de la tarde, envolviera con su manto de terciopelo anaranjado la habitación y me dirigía al antiguo armario de mi madre, que habitaba como una princesa desterrada (por falta de espacio en el dormitorio de mis padres), entre los armatostes donde guardábamos las niñas nuestras cosas. 

Giraba entonces, la pequeña llave de metal, que siempre estaba colocada en la delicada cerradura y se abrían ante mí, dos puertas preciosas, con grandes espejos a ambos lados. 

Me colocaba entre ellos y echándolos un poquito hacía atrás, veía mi reflejo desplegarse, como un abanico sin fin. Me fascinaba tanto, verme repetida tantas veces, que me giraba rápidamente hacía la otra puerta, por si pillaba en algún renuncio, al más lejano de mis reflejos.

Cuando escuchaba la melodía de la película que venía del salón, sabía que mi padre, la única persona que podría fastidiar mi tarde libre de intrusos, tardaría poco en estar roncando y ese era el momento de abrir el ultimo cajón del armario, en otras ocasiones por no esperarme, me había regañado, al asomarse cuando iba de camino al baño, por estar removiendo las cosas de mi madre. 

Pero en realidad a ella, no le importaba en absoluto que jugara con algunas de sus cosas, muchas veces me había visto, cuando venía a traerme la merienda o para avisarme de que me habían pasado a buscar mis amigas del barrio para bajar al parque y nunca me decía nada, al contrario, sonreía y me volvía a cerrar la puerta consciente, de que yo estaba disfrutando de tener la habitación para mi sola, por un día.

Cuando abría el ultimo cajón, saltaba a mi encuentro una preciosa manga azul celeste de raso, con puntillas y encajes blancos, estiraba de ella y sacaba el precioso vestido de princesa, que mi madre había cosido para mi hermana mediana en uno de los carnavales, tenía preciosas perlas blancas en el escote y después de él aparecía perfectamente doblado, un vestido de dama antigua que lo había llevado también en carnavales, mi hermana mayor, después de este, mi favorito, el vestido blanco con capa y bordes dorados, que sirvió para disfrazarnos de Cleopatra. 

Elegía uno, me lo vestía y después me colocaba unos grandes pendientes que mi madre guardaba en el estuche del primer cajón y finalmente me pintarrajeaba con algunas de sus pinturas. 

Y así desde los cinco, hasta creo recordar, los nueve años, pasé muchas tardes de sábado. Algunos días era una princesa encerrada que escapaba en una pequeña balsa, que era la sillita de madera donde mi madre se sentaba a leerme cuentos, para acabar siendo capturada por un gran barco pirata, que era la cama de mi litera, siendo la escalera para subir a la cama de arriba, los barrotes que me mantenían presa... otras veces, era un hada que volaba sobre una nube, que era la cama de mi hermana mayor que al tener la colcha azul clarito con ribetes blancos y ser tan blandita, realmente parecía una nube... y así, hasta que alguna de mis amigas me llamaba o mi vecino de abajo me pedía que saliera al lavadero a hacer burbujas de jabón, siempre jugábamos a ver si sus pompas llegaban a mi balcón o las mías al suyo. Luego con una pajita, intentábamos sin éxito hacer burbujas gigantes sobre la lavadora.

No puedo evitar recordar con alegría y nostalgia aquellas tardes y las miles de aventuras que sucedieron allí, ese recuerdo sigue viviendo tan arraigado en mi mente, que ha adquirido vida propia, ha crecido y sobrevivido todos estos años y es donde acudo cuando siento el impulso de escribir mis cuentos, de allí vienen la brujita Lucy, la sirenita de Martín, el Hada Maribel, el Unicornio... y allí me escondo cuando la realidad duele.

Por eso, mamá, cuando apareciste un día en la habitación y con una sonrisa sacaste del fondo del armario, el pequeño cofre oculto entre los jerséis, que guardaba el collar azul, me pareciste una diosa.



Un día de aquellos, en los que te sentabas en la pequeña sillita de madera muy cerquita de mi cama y yo te pedía "otro cuento mamá, venga por fa, otro cuento" y tu hojeabas uno de los libritos de la antigua colección que siempre me leías. Deslizaste el dedo hasta detenerlo en el cuento de una pastorcilla que tenía un collar azul que era mágico, me gustó tanto ese cuento que cada día te lo pedía "el de la pastorcilla mamá, ese del collar azul" y tu pacientemente me leías cada día el mismo cuento. 




Un día, de los pocos que pudiste ir a recogerme al cole, apareciste con un collar azul precioso de plástico, ¡menudos saltos daba! ¡Ahora podría jugar a ser la pastorcilla del collar azul! 




Tanto me gustó que no me lo quitaba nunca y como suele pasar en estos casos, un día jugando se me rompió y todas las bolitas salieron saltando y cayeron entre los huecos del alcantarillado del parque. Uy que llorera... no había forma de que se me pasara, "te compraré otro" decías, pero yo te decía que otro no seria mágico y tu, no entendías por que... y es que ningún otro podría significar tanto como aquel que me regalaste en la puerta del colegio, la sorpresa de encontrarte allí, la sorpresa de que además me trajeras el collar, el momento tan especial que significó para mi, todo eso en aquel momento no lo sabía explicar, pero para mi se resumía en que aquel collar era mágico y no podría tener uno igual, nunca más. 

Por eso, mamá, cuando apareciste con el pequeño cofre que jamás había visto, abriéndolo como si me confiaras un secreto y sacaste el precioso collar azul, el corazón me latió con fuerza.

"Te lo presto los sábados por la tarde un ratito, pero tienes que cuidármelo, vale? después lo guardas aquí de nuevo"- apenas acerté a decir que si con la cabeza, mi corazoncito de niña estaba desbocado. 

Tenia un tesoro, yo tenia un tesoro y era nuestro secreto, de ella y mio y de nadie más, no se lo había dejado a nadie, ni a mis hermanas, el armario más hermoso de la casa con su pequeña llave de metal, guardaba un secreto, nuestro secreto mamá.

Con los años, mis hermanas se toparon con él, pero no le prestaron atención, para ellas tan solo era un collar barato, dentro de un cofre con una bisagra rota. 

Por eso mamá, cuando te conté que quería escribir sobre esto y regresaste con él en la mano y me dijiste "ya es hora de que lo tengas tu" me puse a llorar, te abracé, grité...  y el Sr. Scrooge y el Sr. Luno, se asomaron con cara de asombro y no entendieron absolutamente nada, total, si solo es un cofre roto y un viejo collar azul... ¿verdad, mamá?



-Feliz Día de la madre, mamá-

viernes, 3 de mayo de 2013

El Duendecillo del Tiempo

Como os habréis dado cuenta, el duendecillo del tiempo me volvió a atrapar, la ultima entrada publicada es de nada menos ¡que de antes de comenzar el año!

Pero regreso dispuesta a poner al día esta "casita". Desempolvar las palabras, sacar de los cajones las ideas coleccionadas y ponerme manos a la obra.

Y creo que la mejor manera de hacerlo, es explicando un poquito lo acontecido en este tiempo...



Gracias a mi amiga Rudú, aprendimos un nuevo ritual de Nochevieja. Cambiamos nuestro típico ritual de quemar tres deseos (que ya estaba empezando a fallar), por el "Pozo de la Abundancia".


Lo aderecé con mi "Little Pony" favorito jajaja

De los siete deseos que pedí, tres ya se han cumplido. 
No han llegado en la envoltura que imaginaba, así que por muy poquito ¡casi se me escapan!

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Por fin la maquina de coser entró en mi vida, abriendo un sin fin de posibilidades... ¡Preparaos telas del mundo!

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También pasaron algunas cosas menos buenas, como la baja medica de mi madre, que duró mucho más de lo que en un principio le dijeron...



Pero también todo eso significó tener a mi madre por fin descansando de verdad, por que es de culillo inquieto y tener con ella conversaciones infinitas acostadas juntitas y arropadas, con la gran colcha roja como cuando era pequeña.

Enseñarle como funcionaba el libro electrónico que le regalamos para que pudiera leer con total comodidad y leer juntas "El bosque de los corazones dormidos" de Esther Sanz. Soñar con lo bonito que seria vivir donde lo hacía Clara y lo misterioso que era Bosco.

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En Febrero el inminente 70 aniversario de mi padre, me hizo plantearme si celebrarlo como siempre o hacer algo un poquito más especial, pero estaba indecisa porque no contaba con mucha colaboración familiar, mi madre seguía en reposo y mis hermanas no estaban. Pero con la ayuda del Sr. Luno siempre todo es posible, por algo es mi super héroe particular y mano a mano preparamos algunas sorpresillas...


La temática elegida fue "El Oeste" (el martirio que pasé de pequeña, cuando mi padre se apoderaba de la tele y repetía los diálogos exactos de "Solo ante el peligro" me tenían que servir de algo... jajaja) hicimos una pancarta, una tarta, invitaciones con John Wayne, pistas para adivinar los regalos, compramos sombreritos, pusimos música de Western...



Al final el cumpleaños de mi padre fue maravilloso, se emocionó tan solo con la primera pista que le escribimos y todo por que comenzó con "Querido papá" y eso que aun no sabía todo lo que le esperaba. Le encantaron los regalos, incluso uno de ellos que era un juguete y no sabía si le gustaría, pero ahora lo tiene siempre sentado a su lado en el sofá y sonríe cada vez que lo escucha hablar por que se lo pusimos en modo autónomo.



Quizá para que una persona cambie a mejor, solo necesita doble ración de amor, pues ese día en algún lugar del Oeste, el Sr. Scrooge desapareció un poquito.

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En Marzo ya con mi madre recuperada, va y se nos escacharra la linea del teléfono, dejándonos sin internet y sin teléfono fijo ¡PLOP!

En este tiempo contra todo pronostico mi tiendecita en Etsy ha ido funcionando, tenia que atender los pedidos con mi patata-móvil que ha sido una tortura por que se colgaba todo el tiempo, pero me ha servido de mucho, la verdad.

El "Locket del petirrojo" el relicario de estilo antiguo de mi sección "Secret Garden", que creé inspirándome en una de mis novelas favoritas: "El Jardín Secreto", voló hacía Estados Unidos.




Cinco collares blythe también marcharon: tres a China, uno a Francia y otro a Estados Unidos.



Y otro collar "Blythe Alice", fue a parar al cuello de una niña mallorquina llamada Alicia ^-^



Lo presenté en esta cajita adornada especial, para cumpleaños.

Una cajita joyero de Caperucita Roja, esta vez con el pelo castaño, se marchó a Australia.



Es la segunda que hago. La primera era de una caperucita rubia, que marchó a Nueva Zelanda a casa de una niña pequeña llamada Georgia, la podéis ver AQUÍ

El broche camafeo de Mary Poppins se marchó también a Australia, hoy mismo. ¡Que contenta estoy con Australia! jajaja



Y por ultimo, el encarguito que más ilusión me hizo de todos:



Una chica de Brooklyn me pidió por etsy, que le hiciera una "Varita Promesa". Como sabréis (si alguna vez habéis visitado mi tiendecita), suelo poner fotos de creaciones que ya fueron entregadas a modo de ejemplo y especifico que puedo hacer uno igual por encargo. También hay cosas que tengo guardadas a la espera de ser adoptadas, pero la gran mayoría están disponibles por encargo.



Entonces la chica me encargó esta varita y me hizo mucha ilusión, primero porque me brindó la oportunidad de volverla a hacer y segundo, por que era para enviársela a su mejor amiga, para comunicarle que será la madrina de su hijo.



Me pareció un detalle tan tierno... le hice una postal y adorné el sobre con una estrella dorada y después como tenía el reto de ver como la envolvía para enviarla, se me ocurrió acudir a mi cada vez menos desconocida maquina de coser y hacer una bonita bolsa de organza, para poderla guardar lo más delicadamente posible.

¿Que os parece?

¡Ay me duelen los deditos de tanto escribir! Siento haberme alargado tanto, pero tenía tanto que explicaros...


¡Hasta el próximo día! :)