domingo, 5 de mayo de 2013

El Collar Azul




Hasta que cumplí los once años, mi familia y yo vivimos en un pequeño piso donde nos tropezábamos unos con otros. Mis hermanas y yo dormíamos en la misma habitación, yo en la cama de abajo de una litera, mi hermana mediana en la de arriba y mi hermana mayor en una cama al otro lado cerca de la ventana. 


Dado que mi hermana mayor es doce años más grande que yo y mi hermana mediana me lleva ocho años, mi infancia transcurrió entre posters de Tom Cruise en "Top Gun", fotos de George Michael y canciones de Alaska y Luz Casal. 


Pero el sábado todo cambiaba, ellas desaparecían, se esfumaban a las cuatro de la tarde y no regresaban hasta las diez de la noche y mis padres se quedaban en el sofá mirando la tele. Y ahí, en ese momento, se hacía la magia.

Cerraba la puerta del cuarto, abría las cortinas de la ventana para que el sol de la tarde, envolviera con su manto de terciopelo anaranjado la habitación y me dirigía al antiguo armario de mi madre, que habitaba como una princesa desterrada (por falta de espacio en el dormitorio de mis padres), entre los armatostes donde guardábamos las niñas nuestras cosas. 

Giraba entonces, la pequeña llave de metal, que siempre estaba colocada en la delicada cerradura y se abrían ante mí, dos puertas preciosas, con grandes espejos a ambos lados. 

Me colocaba entre ellos y echándolos un poquito hacía atrás, veía mi reflejo desplegarse, como un abanico sin fin. Me fascinaba tanto, verme repetida tantas veces, que me giraba rápidamente hacía la otra puerta, por si pillaba en algún renuncio, al más lejano de mis reflejos.

Cuando escuchaba la melodía de la película que venía del salón, sabía que mi padre, la única persona que podría fastidiar mi tarde libre de intrusos, tardaría poco en estar roncando y ese era el momento de abrir el ultimo cajón del armario, en otras ocasiones por no esperarme, me había regañado, al asomarse cuando iba de camino al baño, por estar removiendo las cosas de mi madre. 

Pero en realidad a ella, no le importaba en absoluto que jugara con algunas de sus cosas, muchas veces me había visto, cuando venía a traerme la merienda o para avisarme de que me habían pasado a buscar mis amigas del barrio para bajar al parque y nunca me decía nada, al contrario, sonreía y me volvía a cerrar la puerta consciente, de que yo estaba disfrutando de tener la habitación para mi sola, por un día.

Cuando abría el ultimo cajón, saltaba a mi encuentro una preciosa manga azul celeste de raso, con puntillas y encajes blancos, estiraba de ella y sacaba el precioso vestido de princesa, que mi madre había cosido para mi hermana mediana en uno de los carnavales, tenía preciosas perlas blancas en el escote y después de él aparecía perfectamente doblado, un vestido de dama antigua que lo había llevado también en carnavales, mi hermana mayor, después de este, mi favorito, el vestido blanco con capa y bordes dorados, que sirvió para disfrazarnos de Cleopatra. 

Elegía uno, me lo vestía y después me colocaba unos grandes pendientes que mi madre guardaba en el estuche del primer cajón y finalmente me pintarrajeaba con algunas de sus pinturas. 

Y así desde los cinco, hasta creo recordar, los nueve años, pasé muchas tardes de sábado. Algunos días era una princesa encerrada que escapaba en una pequeña balsa, que era la sillita de madera donde mi madre se sentaba a leerme cuentos, para acabar siendo capturada por un gran barco pirata, que era la cama de mi litera, siendo la escalera para subir a la cama de arriba, los barrotes que me mantenían presa... otras veces, era un hada que volaba sobre una nube, que era la cama de mi hermana mayor que al tener la colcha azul clarito con ribetes blancos y ser tan blandita, realmente parecía una nube... y así, hasta que alguna de mis amigas me llamaba o mi vecino de abajo me pedía que saliera al lavadero a hacer burbujas de jabón, siempre jugábamos a ver si sus pompas llegaban a mi balcón o las mías al suyo. Luego con una pajita, intentábamos sin éxito hacer burbujas gigantes sobre la lavadora.

No puedo evitar recordar con alegría y nostalgia aquellas tardes y las miles de aventuras que sucedieron allí, ese recuerdo sigue viviendo tan arraigado en mi mente, que ha adquirido vida propia, ha crecido y sobrevivido todos estos años y es donde acudo cuando siento el impulso de escribir mis cuentos, de allí vienen la brujita Lucy, la sirenita de Martín, el Hada Maribel, el Unicornio... y allí me escondo cuando la realidad duele.

Por eso, mamá, cuando apareciste un día en la habitación y con una sonrisa sacaste del fondo del armario, el pequeño cofre oculto entre los jerséis, que guardaba el collar azul, me pareciste una diosa.



Un día de aquellos, en los que te sentabas en la pequeña sillita de madera muy cerquita de mi cama y yo te pedía "otro cuento mamá, venga por fa, otro cuento" y tu hojeabas uno de los libritos de la antigua colección que siempre me leías. Deslizaste el dedo hasta detenerlo en el cuento de una pastorcilla que tenía un collar azul que era mágico, me gustó tanto ese cuento que cada día te lo pedía "el de la pastorcilla mamá, ese del collar azul" y tu pacientemente me leías cada día el mismo cuento. 




Un día, de los pocos que pudiste ir a recogerme al cole, apareciste con un collar azul precioso de plástico, ¡menudos saltos daba! ¡Ahora podría jugar a ser la pastorcilla del collar azul! 




Tanto me gustó que no me lo quitaba nunca y como suele pasar en estos casos, un día jugando se me rompió y todas las bolitas salieron saltando y cayeron entre los huecos del alcantarillado del parque. Uy que llorera... no había forma de que se me pasara, "te compraré otro" decías, pero yo te decía que otro no seria mágico y tu, no entendías por que... y es que ningún otro podría significar tanto como aquel que me regalaste en la puerta del colegio, la sorpresa de encontrarte allí, la sorpresa de que además me trajeras el collar, el momento tan especial que significó para mi, todo eso en aquel momento no lo sabía explicar, pero para mi se resumía en que aquel collar era mágico y no podría tener uno igual, nunca más. 

Por eso, mamá, cuando apareciste con el pequeño cofre que jamás había visto, abriéndolo como si me confiaras un secreto y sacaste el precioso collar azul, el corazón me latió con fuerza.

"Te lo presto los sábados por la tarde un ratito, pero tienes que cuidármelo, vale? después lo guardas aquí de nuevo"- apenas acerté a decir que si con la cabeza, mi corazoncito de niña estaba desbocado. 

Tenia un tesoro, yo tenia un tesoro y era nuestro secreto, de ella y mio y de nadie más, no se lo había dejado a nadie, ni a mis hermanas, el armario más hermoso de la casa con su pequeña llave de metal, guardaba un secreto, nuestro secreto mamá.

Con los años, mis hermanas se toparon con él, pero no le prestaron atención, para ellas tan solo era un collar barato, dentro de un cofre con una bisagra rota. 

Por eso mamá, cuando te conté que quería escribir sobre esto y regresaste con él en la mano y me dijiste "ya es hora de que lo tengas tu" me puse a llorar, te abracé, grité...  y el Sr. Scrooge y el Sr. Luno, se asomaron con cara de asombro y no entendieron absolutamente nada, total, si solo es un cofre roto y un viejo collar azul... ¿verdad, mamá?



-Feliz Día de la madre, mamá-

9 comentarios:

  1. :')

    Es una historia hermosa, sólo mas mamás pueden darnos tesoros que para muchos no son nada, pero para uno lo son todo...

    Me hiciste recordar un momento así que tuve con mi madre, un buen día de éstos te lo contaré...

    Saludos!

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  2. Mi querida niña, que bonita historia y que maravilla como la describes, ahora entiendo mejor de donde viene es magia tan grande que siempre trasmites ¡¡¡la tienes desde pequeñita!!!.
    Me he dado de alta aquí con los datos del nuevo blog, así te tendré más cerquita. Gracias por pasarte por mi nuevo blog y dejar tus hermosas palabras. Te quiero cielo. Un besazo

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  3. Ainssss mi niña...que bonito tributo a tu mami!!!!
    Sabes??? La habitación compartida es igualita a la de mis tres nenes...jejeje.
    Por cierto miles de gracias por tu cálida bienvenida!!!
    Un besote de esos gordos gordosssssssss!

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  4. Querida Lua que historia para más hermosa, me emociono en verdad, que hermoso recuerdo de tu infancia, muy hermosa la historia del collar azul...me encanta la frase de tu madre "ya es hora de que lo tengas tu" y entiendo muy bien la emoción que te embargo la que solo tu y tu madre pueden entender...sabes tengo tan pocos recuerdos de mi infancia con mi madre pues por circunstancias de la vida crecí lejos de ella...lo que hubiese dado por poder tenerla a mi lado, muchas gracias por compartir esta bella historia =) sigue disfrutando de tu querida madre...ah! y muchas gracias por tu visita y tu comentario tan lleno de cariño, un super abrazo de oso para ti =)

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  5. ¡Pero qué bien lo cuentas todo! Me has hecho llorar de la emoción, veo las teclas nubladas.¡Qué sensibilidad tan extraordinaria la tuya, preciosa! ¡Un beso muy gordo!!!!

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  6. Que historia más bonita querida Lua y que emoción tener un regalo con tanto significado. Por cierto yo también tengo un tomo de esa colección de cuentos y recuerdo con mucho cariño ese cuento en concreto.

    Un abrazo bella Lua.

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  7. Que alegria volver a encontrarte, echaba de menos tus preciosas entradas. La historia pura originalidad y muy bonita como lo eres tu. Besitos guapa y nos vemos por aquí.

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  8. Lunitis, se me han saltado los lagrimones :_) Qué bonita eres y qué bonito lo cuentas. Me ha encantado mucho, mucho, que compartas estos recuerdos con nosotros, ¡un besazo!

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  9. vine a saludarte que stas desaparecidaaa... y me tomo con esta historiaaa... y estoy con llorera x muchas cosas que me has hecho recordar con tu historia.. encima mi madre ayer me trajo mi primer regalo en la guardería ... un peluche una ratona gordita con su bebe... ese regalo x el que yo me puse a llorar xq no me gustaba nada todas las niñas con sus muñecas y barbies y yo con una ratona jajaja.. y me dice mi madre sacando la ratona de la bolsa .. te acuerdas de esto yo tendría 5 años jajaja,, digo como para olvidarme jajaja... me acuerdo hasta de como iba vestida... y la perreta q cogí lo enfadada q estaba jajaja... vuelve pronto lui te echo de menos

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