La pequeña Musgo no tenía el cabello color plata como sus hermanas, ni la piel blanca como el marfil. Ni siquiera sus colmillos brillaban tanto como los de ellas, ni eran tan largos y afilados.
A duras penas y le asomaba de la boca, uno muy pequeño.
Con la llegada del alba las Somni
Somnes, regresaban a la Niebla y allí permanecían hasta el nuevo
anochecer, todas menos Musgo, que se deslizaba en el interior de la tierra
húmeda del pantano bajo un árbol enorme que cubría el cielo.
Su cabello color verde mortecino, pasaba desapercibido entre las plantas
que cubrían el lodazal.
Una noche en que sus hermanas partieron en busca de tristezas y
lamentos de los que alimentarse, la pequeña ascendió de entre el lodazal y
escuchó una melodía lejana que atrapó toda su atención.
Fue caminando bosque a través totalmente extasiada por aquella música,
que sin saber por qué, le atraía irremediablemente.
Cuando llegó al final del bosque divisó una bonita casa de tejas negras
y descubrió que aquel hermoso sonido, provenía de una de las ventanas abiertas
de la planta de arriba.
Trepó entonces por una de las cañerías cercanas a la ventana y
asomándose discretamente por ella, sus ojos negros como la noche, contemplaron
a un joven niño de rizos oscuros y perfectos, de aspecto lánguido, que no tendría
más de nueve años y observó que como ella, tenía la piel pálida y sombras
lilaceas bajo los ojos.
Aquella música producía en la pequeña Musgo algo casi hipnótico pues
sin darse cuenta y dejándose llevar, puso sus pies descalzos y llenos de barro dentro de la habitación.
De pronto una voz que provenía de la planta de abajo de la casa,
interrumpió al pequeño que tocaba concentrado con los ojos cerrados.
-¡Víctor! ¿No me oyes? ¡Deja ya el violín por hoy, por favor!
-¡Si madre!- dijo mientras dejaba el violín sobre la cama.
-¡No! -exclamó en un arrebato Musgo -no pares por favor...
Cuando Musgo se dio cuenta de lo que acababa de hacer, se asustó
muchísimo y quiso salir corriendo, pero entonces Víctor girándose hacía la
ventana preguntó...
-¿Quien anda ahí?
La pequeña se armó de valor y pasando a través de la ventana, entró de
nuevo en la habitación.
Pero el niño, siguió preguntando...
-¿Hay alguien? ¿Quién es?
-No... no... ¿No me ves?- dijo extrañada y con algo de temor Musgo, pues
sintió que estaba llegando muy lejos con todo aquello...
-No, no te veo ¿quién eres? ¿Qué haces en mi cuarto?
Musgo ya estaba demasiado cerca del muchacho y se dio cuenta que
realmente no la podía ver, entonces se fijó en sus ojos que eran grandes y
blancos.
-Lo... lo siento... yo solo vine, por que escuché algo tan hermoso que
venía de aquí...
-¿De verdad te parece que toco bien el violín?
-¿El... violín?
-Sí, ¿no sabes lo que es un violín?
-No...
-Vaya, realmente eres una niña muy rara. ¿Vives cerca de aquí?
-Si...
-¡Víctor! ¡Ve metiéndote en la cama, que ya subo!
De nuevo la voz que venía del piso de abajo, les interrumpió...
-Es mi madre, deberías irte, no le parece bien que reciba visitas ni que
tenga la ventana abierta, aunque siempre aprovecho mis ratos con el violín para
abrirla.
Musgo subió una pierna al alféizar de la ventana y se disponía a
marcharse, cuando Víctor le preguntó...
-¿Vendrás otro día? Me gusta saber que… alguien escucha mi música.
Pero Musgo, ya se había marchado.
Cuando Víctor cumplió doce años, supo que algo ocurría con aquella niña
que le visitaba cada noche, pero que jamás crecía.
Abrió la ventana y sujetando su robusto violín, comenzó a tocar.
Se había vestido para la ocasión con un hermoso chaleco gris que dejaba
a la vista, la cadena dorada de su reloj de bolsillo y sus rizos oscuros, que
caían de forma delicada y perfecta sobre su frente, parecían castaños bajo la
luz tenue del único candelabro de la estancia.
Al poco tiempo escuchó aquellos pequeños pasos que le eran tan
familiares y mientras en su rostro se dibujaba una gran sonrisa, comenzó a
tocar con más intensidad.
Esa noche por motivo de su cumpleaños su madre quiso hacerle una
pequeña concesión y le dejó tocar hasta más tarde, esto hizo que la pequeña
Musgo no se diera cuenta de lo poco que faltaba para el alba, hasta que el
picaporte de la puerta comenzó a girar.
Entonces veloz, salió por la ventana y se escondió dentro del musgo del
tejado.
Cuando sus hermanas regresaron de madrugada y vieron preocupadas que no
estaba, Melusina la hermana mayor, decidió ir a buscarla aún arriesgo de
desaparecer para siempre con los primeros rayos de sol.
Musgo no podía olvidar lo enfadada que estaba su hermana cuando la
encontró, ni el peligro que había
corrido por su culpa.
-“Las criaturas eternas no deben ser vistas jamás, es antinatural y
peligroso, ningún humano debe saber de nuestra existencia” –repetía entre
susurros Melusina a la pequeña.
Sin embargo aún estaban a tiempo de arreglar lo ocurrido. Musgo solo
tendría que robar un mal sueño de Víctor y alimentarse por primera vez, de
tristezas y lamentos, pues se convertiría así, en una Somni Somne completa y ambos se olvidarían.
-“Pero cuidado”-, le advirtió su hermana mayor, pues solo tendría una
única oportunidad. Si algo saliera mal, se quedaría así para siempre.
La pequeña, que había anhelado siempre ser como sus hermanas y vagar con
ellas en la noche, sintió por primera vez la punzada de las dudas.
Cuando el muchacho entró en la habitación, sintió aquel olor húmedo y
barroso que anunciaba que tenía visita. Se acercó a la cama y se disculpó por
no haber estado en su cuarto, desde hacía más de un mes.
Sabía que su amiga estaría esperándole, pues hacía tiempo que se
acercaba a la casa aunque no hubiera melodía que la atrajese.
A Musgo le pareció que estaba más delgado y que su rostro reflejaba
cansancio. Él se recostó en la cama cerca de ella, que estaba sentada tocando
las cuerdas del violín.
-Te compensaré, siento no haber estado esta vez en mi cumpleaños, lo
celebraremos como cada año, te lo prometo- dijo el joven mientras cerraba los
ojos.
Musgo que concebía el tiempo de una forma distinta, no sabía que Víctor
ya había cumplido catorce años hacía unas semanas. Dejó el violín a su lado y
se levantó para marcharse, pero él en un hilo de voz le pidió que se quedara, un poco más...
La pequeña se recostó a su lado en la cama. En medio de ellos, su amado
y ajado violín.
Víctor dormía cuando ella comenzó a sentir aquel cosquilleo extraño, era
como un hormigueo que recorría todo su diminuto cuerpo, contempló como el
muchacho se movía y agitaba inquieto.
Entonces lo entendió. Víctor estaba
teniendo una pesadilla.
Fue más y más fuerte la necesidad imperiosa de hacerse con ese mal
sueño y en ese mismo instante Musgo decidió dar el paso, pues ese era su
destino.
Su cuerpo comenzó a resplandecer, su piel pálida y verdosa dio paso a un
color blanco como el marfil, su único colmillo se alargó brillante y al otro
lado, apareció otro similar. Su cuerpo ahora ligero como una pluma se elevó y
sus cabellos se tornaron de un blanco luminoso.
El cambio estaba sucediendo, pero la pequeña abrió los ojos y contempló el
rostro de su querido amigo, entonces recordó... "después de esa noche, ambos se
olvidarían".
Un sentimiento asfixiante de miedo y nostalgia se fue apoderando de
ella, interrumpiendo el proceso y arrebatándole la oportunidad de cambiar.
No se había alimentado y el sueño no fue robado, su cuerpo dejó de ser
liviano y etéreo. El peso de la materia la empujó contra el suelo, recuperando
su forma y quedándose así, para siempre.
Las Somni Somnes aquella
madrugada no esperaron a su hermana, de alguna forma sabían lo sucedido y aunque respetaban su decisión,
volvieron a la niebla tristes y silenciosas.
Los años pasaron veloces y Víctor, que se había convertido en un hermoso
joven de dieciséis años, ese día recibiría la visita de Musgo un poco más
tarde que de costumbre.
La pequeña esperó con paciencia a que la tierra no estuviera tan húmeda,
había sido un día muy lluvioso y no quería poner la casa de Víctor perdida de
barro, como ya había sucedido en más de una ocasión por culpa de sus pies
descalzos.
La madre de Víctor comenzaba a estar muy asustada por aquellas pisadas
pequeñas y extrañas, que aparecían desde hacía años, en el cuarto de su hijo.
Asomó su cabecita de pelo verde por la ventana, ahí estaba Víctor,
acostado en su cama y como siempre cerca de él, su amado violín.
Entró sigilosamente a la habitación, pues Víctor tenía un oído muy fino
y las veces que quiso sorprenderle, él siempre se anticipaba y la descubría.
Pero esta vez parecía profundamente dormido. Cuando estuvo cerca de su
cara, le tocó con un dedo la mejilla... pero la retiró enseguida, pues estaba
muy fría.
"La ventana abierta", pensó... entonces se dirigió a la
ventana, para cerrarla.
Musgo no entendía que pasaba, pues estaba haciendo bastante ruido y sin
embargo Víctor no se despertaba, ni se movía... se acercó de nuevo a la cama.
-¿Víctor?... - le susurró al oído.
Entonces escuchó unos pasos que venían de la escalera, quiso salir
corriendo, pero acababa de cerrar la ventana y ahora no lograba abrirla, no
tuvo más remedio que esconderse bajo la cama.
Todo lo que ocurrió a continuación, fueron gritos y desgarro... llantos
y lamentos.
Musgo se tapó los oídos, no quería oírlo...
Víctor, se había ido.
Durante años Musgo siguió visitando aquella casa, pues aunque ahora
estaba abandonada, la cama y el violín de Víctor seguían ahí.
Le gustaba estirarse en la cama junto al violín, esperando así el alba.
Sus hermanas al verla regresar la rodeaban con cantos antiguos y luces.
Pero Musgo se sumergía en su lugar, sin que consiguieran animarla.
Durante cien años Musgo continuó con aquella costumbre, pero un día al
intentar entrar en el cuarto de Víctor se encontró con cosas movidas de lugar y
muchas cajas por toda la estancia.
Entró en la habitación con cautela, pues escuchaba voces que venían de
la planta de abajo.
En ese momento la puerta se abrió de un golpe brusco y Musgo se quedó
inmóvil del susto.
Ante ella, había una niña de coletas rubias y rodillas regordetas.
Parecía pequeña, de unos cuatro años. La niña de pecosas mejillas y sonrisa
mellada, dejo caer al suelo la cajita que llevaba en las manos llena de
juguetes y la miró desafiante...
-¿Tú quién eres? Este es mi cuarto, ¿sabías?
Entonces los ojos de la niña se desviaron y miraron con entusiasmo el
violín que había sobre la cama.
La niña se acercó a la cama para cogerlo pero en un inesperado
arranque, Musgo se adelantó y lo cogió.
-Oh... ¿es tuyo?
Musgo no supo que decir...
-Es muy bonito- dijo la niña sin apartar los ojos de él.
Musgo entonces miró el violín con cariño...
-Está un poco roto y es muy viejo... pero sí... es muy bonito. Toma, para ti.
La niña lo tomó con ilusión y se quedó abrazándolo mientras Musgo salía
por la ventana,
despidiéndose para siempre, de aquella casa.
Desde el encuentro con aquella niña Musgo no había emergido del
lodazal, sus hermanas vagaban por el pantano preocupadas, llamándola sin cesar.
Hasta que una noche, una melodía envolvió el bosque...
Melusina contempló aliviada como su hermana ascendiendo a la superficie, se alejaba del gran árbol encaminándose bosque a través.
Musgo sabía que no podía ser... pero aquella música, se parecía
tanto...
Siguiendo de nuevo aquel sendero que tan bien conocía, apareció ante
ella su amada casa de tejas negras.
Trepó hasta la ventana del cuarto que había sido de Víctor y mirando en
el interior, vio que ya no estaba el papel marrón de flores sepias que
envolvían las paredes de la habitación, ni el escritorio antiguo, ni aquel
reloj de péndulo enorme...
Ahora los colores vibrantes saltaban de las paredes que estaban
cubiertas de imágenes de personas vestidas de negro, con correas y metales, en
el cuello y las orejas.
Sobre la cama que ahora estaba cubierta de sabanas de un azul intenso,
había sentada una joven de cabello morado, corto y puntiagudo, que tocaba con
maestría el violín de Víctor.
El violín tenía aspecto de haber sido cuidado, pues parecía rejuvenecido.
Tan impactada estaba la pequeña ante todo lo que estaba contemplando,
que olvidó que no debía asomarse tanto.
La música cesó de repente:
-¡Oh dios mío!- gritó aquella chica mirando hacía la ventana.
Musgo dio un brinco al verse descubierta y quiso salir corriendo, pero
entonces la muchacha dijo...
-¡Sabía que no lo había soñado! ¡Lo sabía! ¡Sabía que existías!
Musgo se quedó congelada...
-Dios mío, llevo esperando este momento, ¡desde que era niña!
-Lo siento... yo solo vine, por que escuché... -titubeó Musgo...
-¿Que… Que eres? ¿Un... fantasma?
Musgo no supo que responder.
-¡Marie! Tienes la cena desde hace media hora esperándote, ¡quieres
bajar ya!
Musgo estaba saliendo por la ventana…
-¡Eh! -le susurró Marie- ¿Vendrás otro día?
Pero Musgo, ya se había marchado.
Marie continuó tocando el violín y Musgo, siguió sin poder resistirse a ir
a verla... y cuando los dedos de Marie se hicieron ancianos y ya no pudieron tocar
más, pasaban largas horas en la noche sentadas y hablando en susurros con la
puerta cerrada.
Mientras hablaban Marie tejía calcetines, para que su nuera no acabara
descubriendo, a causa de las pisadas de barro, que los cuentos que contaba la
abuela a sus nietos, sobre una criatura pequeña de un solo colmillo, pálida y
ojerosa, que habitaba en la noche y que tenía cabellos largos y verdes como el
musgo y ojos totalmente negros como el carbón, existía de verdad.
Y un día Marie, también se marchó. Pero Musgo que había comenzado a
visitar cada noche la tumba de Víctor y ahora también la de Marie, no se
entristeció.
Pues ahora comprendía que el amor que habita en el interior de la
verdadera amistad, era incluso más eterno que ella misma.
...y siempre habría, en algún lugar, una nueva oportunidad de amar.
Cerré el blog por un tiempo... pero a partir de hoy, vuelve a estar abierto.
Traigo además un cuento nuevo, que deseo de todo corazón os haya gustado :)
Traigo además un cuento nuevo, que deseo de todo corazón os haya gustado :)
¡Hasta el próximo día!
Me encanto tu cuento, tienes una voz muy linda. Nunca dejes de narrar por favor. ;) AngiAri
ResponderEliminarGracias!! :))
EliminarAyyy lunita....como escribes taaan bonito???? Me ha encantado....es precioso describes tan bien a los personajes que es facil umaginarlos.me ha enternecido mucho la historia....
ResponderEliminarAy mi Sandra maravillosa!! Gracias cielito mío!! Gracias por tus hermosas palabras siempre, guapísima! <3
Eliminarque alegría tu vuelta al blog, me encantaaaaaaaaaaaa, la historia te atrapa, como tantas veces, volver a escucharte es maravilloso, gracias por este instante mágico... nos volveremos a encontrar
ResponderEliminarGracias mi Hada de la Luna preciosa!! <3
EliminarVaya un cuento más bonito!!!, me encanta oírlo en tu propia voz... Me alegro de que vuelvas al blog. se te echaba de menos...
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Raquel!! besitos guapísima!! :)
EliminarMe ha encantado este cuento y escuchar de nuevo tu voz y don Luno también ha aportado la suya no...?
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar y cómo bien has leído han sido unos mese de tensión pero el tiempo todo lo va poniendo en su sitio.
Luita me alegro y mucho, sabes que eres como esa luz que todo lo irradia y en estos momentos que hay tanta tensión se agradece estas lecturas.¡Te felicito preciosa!,
Mil besos y un fuerte abrazo.
Hola cielo!! Siii jajaja el Sr. Luno participó, aunque hubo que "ardillarle" un poco la voz, para que pareciera un muchacho de 14 años jajaja Besitos mi Bertha preciosa!! :)
EliminarBienvenida de nuevo linda, se te echaba de menos... el cuento es encantador, me chifla como escribes, como describes a los personajes y las escenas, y me chifla oirlo de tu voz.
ResponderEliminarBesos y buen dia!!!
¡Hola Cande! Gracias por tu preciosísimo comentario, muchos besitos linda!! :)
Eliminar¡Qué bonito, Lua! Primero lo he leído y luego lo he escuchado con tu vocecita amorosa para no perder detalle. Me ha encantado el efecto de voces de Melusina.
ResponderEliminar¡Un besote!
Gracias guapa!! :) Que alegría leerte, el efecto de Melusina es mi voz con un pequeño eco que incorporé, me hace muy feliz que te gustara. Besitos preciosa!
EliminarOHHHHHHHH que bonito, que alegría de que hayas vuelto, que geniales todas las voces
ResponderEliminarun besazo muy grande preciosa
Gracias mi lucecita!! ^_^
EliminarQué alegría tu visita, y tu vuelta al blog, porque siempre es una alegría que alguien que se fue, vuelva. Y tu cuento, me fascinó :D
ResponderEliminarMiles de abrazos para ti.
Gracias de nuevo, Marga!! :))
EliminarHola: bienvenida de nuevo a tu blog. Me encantó el cuento. Seguimos en contacto
ResponderEliminarGracias Marta :)
EliminarQue bonito! Nos ha encantado escucharlo! Bienvenida!
ResponderEliminarMuchos besos y feliz finde
Gracias preciosas!! :)
EliminarMi QUERIDA LUA... De todo corazón te digo que no solo me ha gustado, sino que tu CUENTO me ha dejado un mensaje, de ALIENTO, de AMISTAD, de AMOR en una palabra. Me ha parecido tan rebonito y de una SENSIBILIDAD extrema, que se fusiona con lo METAFÍSICO, y a la
ResponderEliminarvez roza con la realidad de hoy.
FELICIDADES MI QUERIDA NIÑA, tu LUNA sigue brillando como TÚ.
BESOS Y ABRAZOS :)))
Conxita
Que comentario más hermoso mi querida Conxita, gracias de todo corazón hermosa :)
EliminarQue bien te ha quedado.Muy hermoso.besitos.
ResponderEliminarGracias ^_^
EliminarMe alegro de leer y escuchar de nuevo tus bonitos cuentos,muchas gráciasss
ResponderEliminarBss
Gracias a ti Francis bonita!! :)
EliminarHola Lucía!! Cuánto me ha gustado tu forma de regresar el mundo bloggeril! Lo primero decirte que es una alegría volver a verte por aquí, y segundo que me ha encantado este nuevo cuento, no me canso de leer tus bonitas creaciones! Tienes una forma muy especial de expresarte, consigues introducirnos en la historia e imaginarnos los personajes como si estuviéramos viéndola!
ResponderEliminarUn besito muy fuerte!
¡Gracias Cristina!:) Que alegría que te haya gustado, muchos besitos preciosa!
EliminarFelices fiestas, querida Lucía.
ResponderEliminar¡Miles de abrazos para ti!
¡Hola Marga! Espero que tuvieras unas muy felices fiestas y una Pascua también, maravillosa! Besitos! :)
EliminarQué bonito Lua!! Pero me resulta muy triste, jooooo.
ResponderEliminarXOXO
¡Tita Lily!! Hola guapísima!! Ay que alegría que estés de vuelta!! A ver si acabo yo de estar de vuelta del todo, que siempre ando apareciendo y desapareciendo jajaja besitos!! :)
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